viernes, 27 de febrero de 2015

¿Te aburres?

Según Otto Fenichel (discípulo de Freud), el aburrimiento no existe, simplemente es una sensación que aparece cuando:

no debemos hacer lo que queremos hacer
o
debemos hacer lo que no queremos hacer

Con esta frase me he desayunado esta mañana. Me ha hecho pensar y estoy de acuerdo con ella.

Al hilo, me ha venido a la mente de nuevo  la abue. Ella siempre me decía que el aburrirse, teniendo un libro, era de tontos. Lo curioso es que jamás la vi leyendo... Eso se llama ciencia infusa.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Abue, ¡te queremos!

Hoy, la yayita ha contado una cosa que nos ha hecho mucha gracia: su madre, tras la guerra, acude a la tahona, con su cartilla de racionamiento, a que le den los cachos de pan que le correspondían y con cara compungida, le dice a la dependienta, "por favor, que tengo muchos hijos, ¿no podrías darme un mendrugo más?", a lo que la buena mujer le contesta "¿y lo bien que se lo ha pasado?"

He caído en la cuenta de que una mujer que ha significado tanto para todos  nosotros, debería tener un sitio preferencial en este blog. Hace 45 años que murió, pero sigue alerta cuidándonos a todos allí donde quiera que esté.

La foto, no tiene desperdicio y me sirve para recordar a otra persona que nos ha dejado también y que, sin duda, es la mejor y más buena de todas cuantas he conocido.

Un besote Abue.

Y  otro para ti, tío José Luis.

¡Os queremos!



viernes, 13 de febrero de 2015

¡Que viva el 31!



El doctor Fourquet -Juan Fourquet-, nació en Madrid, en 1807 y murió en 1865 y fue considerado una gran eminencia en la medicina española de su tiempo. Era muy querido entre sus alumnos futuros médicos y se cuenta que su madre, a la que adoraba, murió de cólera y fue enterrada junto con un informe montón de víctimas y nunca pudo rezar sobre su tumba; ello le produjo un inmenso respeto por la muerte. Cuando le llevaban un cadáver para diseccionar o para llevar a cabo una autopsia, con el sombrero en la mano -a modo de respeto-, rezaba un padrenuestro antes; incluso, dejó escrito que cuando muriese, debían enterrarle en una fosa común.

¿Por qué os cuento esto? Pues, porque en el número 31 de la calle Doctor Fourquet nació vuestra abuela Angelines (para mí, desde que me enteré de que se llamaba Loreto María de los Ángeles, es la yayita Loreto); aquí nació vuestro tío abuelo, Pepito; y vuestra tía abuela, Carmún; aquí nacieron mis primos, José y Susi; y aún hay más, en esta calle, en el número 27 (desconozco si cambió la numeración de la calle o se trata de dos edificios distintos), el 12 de marzo de 1900 nace el padre de la yayita (es decir, mi abuelo), Tomás Hurtado y Benito. ¡Creo que es algo! Con este historial la calle debería haber pasado a llamarse "De los Hurtado", pero ... ya, se sabe, los políticos municipales son lentos de reflejos y hoy en día están más pendientes de seguir "mangandooo".

Aquí os va un poco de historia de la calle.

Se abrió en 1869, en los terrenos llamados del Salitre (de Santa Isabel a la calle Valencia), en el barrio de Lavapiés. En aquel año, ya existía una pequeña calle llamada de la Yedra, que fue incorporada a Doctor Fourquet en su apertura.

Os contaré una anécdota, cuando Pablo y Loreto (vuestros abuelos) se conocen, allá por el año 1949, Pablo le pide a Loreto su dirección para ir a recogerla a la hora y día acordados, ella le contesta: "Doctor Flourquet 31". Calle arriba, calle abajo; allí no había el tal número 31. Decepcionado y convencido de que le había engañado, decide marcharse. Al llegar a la calle Santa Isabel decide volver y recorrer Doctor Flourquet nuevamente. Nada, no hay número 31. Alguien cruza la calle y Pablo le pregunta: " ¿por favor, el número 31 de esta calle?". Sí, le contesta la mujer, al llegar a la calle Argumosa, la calle continúa haciendo un giro extraño. ¡Dio con el 31 y dio con el amor de su vida!

Una pequeña calle que es añadida a otra, convirtiéndose en su prolongación, formando casi un codo entre ambas. ¿Os dais cuenta de los avatares de la vida? ¿Cómo la "revuelta" de una calle podría haber provocado que la mitad de los que componemos la familia no existiríamos? Los Rodríguez Hurtado, fijo; pero los Bobadilla Hurtado, tampoco, pues no habría habido viaje a México de ninguna de las hermanas.

Bueno, sigo. La calle Doctor Fourquet, además de ser la responsable de vuestra existencia, tiene muchas más historias:

En ella, antes de su apertura había una fábrica de cerámica (1845) que compitió con las más afamadas de toda Europa, de tan finos como eran sus acabados. En 1884, en esta calle residían tres curanderos que sanaban con métodos espiritistas y que eran muy queridos en el barrio, pues todo el mundo podía referir alguna curación "milagrosa" de la que habían sido testigos. Denunciados los curanderos por varios médicos, el Gobernador mandó apresarlos, pero el barrio entero se amotinó entorno a ellos, consiguiendo que no los encarcelaran.








Nuestra calle, ¡porque es nuestra!, ha albergado sedes de prestigiosas editoriales, según recortes de prensa de 1885 y 1924.








En tiempos de la yayita, en los bajos del 31 de Doctor Fourquet se encontraban los almacenes de las "Aguas de Carabaña", terror infantil que las madres aplicaban cuando había ciertos problemas intestinales en las tripillas de los niños. Pero para los hermanitos Hurtado fue un blanco de numerosas travesuras,... su particular forma de vengarse.


Hoy, Doctor Fourquet ostenta ser la calle con más galerías de arte por metro cuadrado de España y el número 31 (sí, el famoso número 31) es la sede de una iniciativa cultural de primer orden, con teatro, Sala Mirador, Escuela de Interpretación y Centro de Nuevos Creadores.

¡QUE VIVA EL 31!


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