A retazos, nos va contando los escenarios que le evocan todas esas románticas canciones: Fontoria, una sala de fiestas de Madrid, donde ha debido de pasar muy buenos momentos; también recuerda unos bocadillos de calamares de rechupete que se comían en un bar cercano, antes de entrar en la sala (se enfada cuando le digo que no termino de ver el glamour de la sala de fiestas con el grasiento bocata de antes y defiende con energía el castizo tententié).
Pero cuando llega la interpretación del bolero de Machín, "Un compromiso", se nos derrite y con una sonrisa espectacular no pestañea hasta el final. (Daría cualquier cosa por entrar y disfrutar con los pensamientos y recuerdos que le vienen a la cabeza. No cabe duda de que la letra tiene que ver con su vida).
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