viernes, 22 de mayo de 2020

El taller de la yayita Loreto

Desde hace un par de años, he resistido a la tentación de ingerir somníferos para combatir mis noches de insomnio; ahora, me lo tomo con tranquilidad (no el narcótico sino la forma de encarar las horas de desvelo), introduzco un auricular en la oreja y enciendo la radio. Prefiero diálogos a música y mi elección de estación es de lo más variopinta de la Ser a la Cope, pasando por Onda Cero o Radio Nacional de España, todo me vale si me entretiene el tema que se trate y, de paso, creo que estoy consiguiendo ser una persona cada vez más ecléctica -de lo que estoy orgullosa-.

Las noches son largas y las emisoras de radio no se devanan mucho los sesos para complacer a los pocos oyentes nocturnos que tienen; salvo honrosas repeticiones de sus programas diurnos - que disfruto-, la mayor parte es el propio público oyente el que saca adelante las emisiones:  llamadas y llamadas de panaderos, repartidores de prensa, transportistas que pasan la  noche trabajando para que todos tengamos lo necesario y a punto a la mañana siguiente y encuentran un hueco para contarles a todo el que quiera oírlos "cómo ponen las calles" durante la madrugada; aquellos que deben llamar para adivinar una canción con más revoluciones de lo que la mente puede digerir; la abogada que soluciona en dos minutos el problema jurídico de todo el que llama; y un largo etcétera. Pues bien, esta noche, un programa radiofónico solicitaba las llamadas de aquellos que en su niñez o juventud  tuvieron un taller de referencia en sus vidas: aquél que se acercaba a la salida del colegio al taller mecánico de su tío y disfrutaba viendo la maestría con la que cambiaban piezas en las tripas de los vehículos y recordaba con añoranza las broncas de su madre a la llegada a casa con grasa hasta en las orejas; o también, o señor mayor que heredó de su padre y éste de su abuelo (Gutemberg, ¿quizás?) un taller de artes gráficas pequeño, al que él consiguió dar una proyección internacional y así se sucedían los relatos de talleres uno tras otro durante dos horas; por lo menos eso era lo programado, porque me aburrí y al cuarto taller apagué el "transistor".

A continuación, giré al lado derecho de la cama y se gestó la idea de esta entrada del blog. Comencé a dar vueltas a la cabeza, pensando en lo poco que yo sabía de mis abuelos: de la materna, la "abue" -la persona más buena que en el mundo haya podido existir-, un poco más, porque conviví con ella, aunque no era muy proclive a contar viejas batallas (parece que fue la consigna de todo el que pasó la guerra: procurar olvidar); pero de los paternos,...: que mi abuela Pilar, nacida en Martos (Jaen), se quedó viuda muy joven con dos hijos pequeños y se dedicó a coser para sacarlos adelante. Muy poco para describir toda una vida. Por todo ello, voy a intentar que no les ocurra lo mismo a las generaciones por venir de esta familia. Debemos intentar conseguir, entre todos,  que los nietos y biznietos de Inés o Luquitas, i.e., estén orgullosos de sus genética. 

Y aquí estoy, el día después, sentada delante del ordenador, dispuesta a hablarles de mi TALLER de referencia.

Un TALLER, así, con mayúsculas; porque lo mío fue un TALLER con letras capitales. En un taller me crié y en un taller fui feliz hasta alcanzar la adolescencia y terminar los estudios secundarios, momento en que las cosas se complicaron, pues mis "queridísimos padres" pretendían que yo fuera la digna heredera del negocio: "no te puede tocar mayor lotería que ser tu propio jefe" me repetía mi padre una y otra vez; pero a mis catorce años recién cumplidos, mis sueños estaban lejos de aquel negocio. "¿Qué hacemos con esta niña?" les escuchaba preguntarse uno al otro. 

El remedio momentáneo al problema de "qué hacer con la niña" vino de la mano de una hermana de mi padre y su marido, que cruzaron "el charco" para visitar a la familia, aprovechando la celebración de las Olimpiadas del 68 en la capital azteca. Mis tíos aportaron la solución: "mandadla a Madrid a estudiar un año interna;  nosotros la vigilaremos de cerca", prometieron.  "Veréis como cuando vuelva, ve las cosas de otra manera". ¡Sí, por qué no!, seguro que se dirían, atisbando un porvenir halagüeño con la mayor de sus hijos

Me buscaron un colegio de élite en Madrid, en Puerta de Hierro y allí que fuí a parar a principios de enero
del 69, con mi uniforme de gala, el de diario, el de verano, el de invierno, el abrigo, el sombrero, el chandal, cubiertos de plata y un largo etcétera de enseres necesarios para"estudiar", no un curso reglado, sino asignaturas que me permitieran ser "una niña bien". Sin saber muy bien en qué consistiría aquello, volé a los Madriles y un día, no recuerdo cuál del mes de enero, respiré profundamente y atravesé aquella edificación de piedra rodeada de árboles que sería mi casa durante un curso escolar -Santa María del Camino-. Me gustó. Disfruté,... y mucho.

A mi vuelta, mis padres constataron con tristeza que el problema seguía latente, no me gustaba estar en la tienda. La convivencia comenzó a enrarecerse hasta que opté por dar un giro a mi vida que contentase a todas las partes - eso sí, de estudiar medicina que era lo que en aquel momento me seducía, ni hablar- (creo que fue una de las decenas de carreras que soñaba con estudiar, lo cual dice mucho sobre,... que "vocación", lo que se dice "vocación" no tenía de ningún oficio en concreto). Me convertí en una secretaria y me jubilé siendo secretaria, cuarenta y ocho años más tarde. ¡Emocionante! ¿verdad?


Pero volvamos al taller. Conocéis, si habéis leído la entrada que dió vida a este blog, que la yayita Angelines y el papón -o sea, mis progenitores- se establecieron en la Ciudad de México (D.F. por aquellas fechas) allá por el año 1950 y en diciembre del 52 nací yo. Para Angelines, imagino, en un país extranjero, la casa, la compra, la cocina -que nunca fue su fuerte-, un marido que no encontraba la hora de dejar sus obligaciones del día y volver al hogar, ... y una niña, que vino a completar el cuadro de la mujer prototipo de aquella época, debió resultarle algo corto para su inquieto espíritu. Hizo acopio de todas sus artes de persuasión y convenció al papón de embarcarse en un negocio (tarea que no debió ser baladí). El negocio en cuestión se trató de un TALLER DE AUTE COUTURE, en la primera planta, y una BOUTIQUE con PRET A PORTER, que empezaba a estar de moda, en la planta calle. Todo muy chic, muy francés, que era lo que prevalecía en el mundo de la moda. Y el nombre, ... RANGO, palabra también de procedencia francesa, en un rótulo rojo con letra rococó.

Un local, en la calle Horacio de la elegante colonia Polanco, parecía el sitio perfecto para despegar, aunque faltaba quien sería el alma materdel negocio, la modista. Nunca lo confirmé, pero creo que el orden de los factores fue justo al contrario y la idea surgió contando con quién sería la artista del "cotarro": Tina, una amiga de mi tía Carmún, que vivía enMadrid, había sido nada más y nada menos que cortadora de Pertegaz (convencerla y embarcarla para México todo fue uno). Ya se disponía de todos los ingredientes para asegurar el éxito.

Tina
Éxito que llegó, ya lo creo que llegó; lo más granado de las féminas de la sociedad mexicana y la colonia española pasaron por aquella boutique. La yayita, de una manera magistral y con su diplomacia innata y don de gentes, se metió a aquel público en el bolsillo. Y Tina, con esas manos privilegiadas se convirtió en un referente del buen vestir en el país.

Yo era muy pequeña, pero recuerdo como si fuera ayer, el día en que fuimos a recoger a Tina al Puerto Aéreo Central de la Ciudad de México; una señorita guapísima, alta -muy alta-, con un traje de príncipe de gales que cubría un cuerpo de modelo espectacular y una sonrisa permanente en la cara, que enganchaba a todo el que la trataba. Hicimos muy buenas "migas" desde el principio.

¡Todo listo! La tienda quedó espléndida: un gran escaparate; una jardinera de obra con grandes plantas, una de sus paredes cubierta de piedra volcánica, un mostrador y cómodos sillones donde las clientelas pasaban horas mirando "figurines" con la moda parisina y madrileña o charlando con Angelines. Al fondo, un probador con un espejo que ocupaba toda su pared izquierda y un pequeño baño. Una escalera volada, con escalones forrados de moqueta permitía acceder al taller. ¡Mi reino! Telas, de todos los colores y texturas, una máquina de coser Singer; dos grandes mesas: una para cortar y la otra de apoyo para las costureras. Curiosamente, de mayor me rebelaba ante la idea de coser para grandes señoras, pero de pequeña, mi gran pasión era hacer ropita a mis muñecas: la Mariquita Pérez que me mandó mi abuela Pilar desde España por un cumpleaños y la Barbie, algunos años después. 


Era curioso, según se miraba el local de la tienda desde fuera, esta tenía un escalón desde la acera y en una esquinita, con un saber estar de prudencia personificada, se sentaba todas las tardes una "indita", bastante mayor y entre sus faldas desplegaba una especie de puesto de pipas (no recuerdo bien lo que vendía, creo que eran pipas de calabaza), entonces no me llamaba la atención, formaba parte del atrezo que envolvía el establecimiento; pero hoy, me pregunto cómo se podía consentir aquello a las puertas de un negocio llamado "de lujo". Anécdota que me reafirma en quitarme el sombrero con la yayita y pensar que verdaderamente se trataba de una persona muy especial.

Fuí feliz entre trapos durante años. Angelines ayudaba en el taller cuando sus obligaciones diplomáticas se lo permitían y completaban el plantel Esperanza, Paquita y Cata, tres mexicanas de raza que me trataban como una reina. "Mira, Nines, te he traído chilaquiles", me sorprendía muy a menudo Espe (para ilustrar al lector, comentar que en casa siempre se comió comida española y a mí me chiflaba degustar esas exquisiteces autóctonas). 

No solamente me pasaba horas cosiendo para mis muñecas, sino que anhelaba que me dejasen echar una mano; preguntaba a Tina, a menudo, "¿puedo ayudar en algo?" y cuando me contestaba "¿tienes las manos limpias?" y contestaba que sí, emocionada; concluía "ráscame los piés". Nunca me dejaban ayudar. Como mucho, en ocasiones, me proporcionaban un imán muy grande y mi función consistía en ir pasándolo a lo largo de las juntas de entre tablones y recuperar alfileres.

Disfrutaba viendo por una esquinita del probador, las pruebas a las clientas y me maravillaba cómo aquella tela terminaba siendo un pieza digna de una reina, en manos de Tina. Me dicen, ni siquiera lo recuerdo, que subía aquellas escaleras corriendo a radiar las solicitudes de cada señora: "¡la monda,  ahora quiere una flor!"

Yo gozaba en la tienda, pero las clientas parecían no creérselo. "Pobre niña, aquí encerrada todo el día", "déjamela que me la lleve mañana a casa y se distraiga en el jardín con los pollitos" y al día siguiente me recogía, me llevaba a su mansión y muchísimo antes de lo programado, yo había vuelto a la tienda, con una buena reprimenda de mi madre por haber bañado y tendido al sol a los pollos por las patas. Con los años no debía de mejorar "el asunto"; doña Carmen, una clienta con un "casoplón " (no me critiqueis que el palabro ya está aceptado por la RAE) que se contaba por "cuadras", se empeñó en que me iba a enseñar a hacer tarta de manzana; para ello, tenía que estar en su casa al día siguiente,  no antes de las 11, con manzanas, levadura, huevos y azúcar!!!!!!! (¿lo pilláis?). O doña Blanquita, que convenció a mi madre para que su hija me diera clases de fonética inglesa,... El sacar a aquella niña de ese encierro debía de contar como indulgencia plenaria para todas aquellas almas caritativas, si no, no me lo explico.

En sus veinte años de vida, "la tienda" fue el verdadero motor de la existencia de Angelines y echar el cierre para venirse a España no debió de ser nada fácil; pero cuando la balanza de la vida te obliga a elegir entre el deber o tu satisfacción personal, hay que ser muy generoso -como lo fue ella- para elegir lo primero.

Hoy, mi taller de referencia es un recuerdo latente de mis mejores y mis peores momentos entorno a una niñez y una adolescencia no siempre bien encauzada.



lunes, 4 de mayo de 2020

Resurgir de las cenizas cual ave Fénix

Cuatro años han transcurrido desde mi última entrada en este blog (22 de marzo de 2016) y tengo la sensación de que fue anteayer.

La primera vez que tuve conciencia de lo que la frase "annus horribilis" significaba fue en 1992 y lo utilizaba nada menos que Isabel II de Inglaterra para calificar lo que había representado aquel año en la monarquía británica. Para la familia, 2016 fue algo más que un convulsionado año; sin lugar a dudas, fue nuestro "annus horribilis". El remate fue el fallecimiento de la yayita. Sí, "la madre que nos parió" nos dejaba, produciendo un vacío gigante  -como era ella- en el corazón de cada uno de sus miembros. Pero la vida sigue, con ella en la sombra, -estoy segura- a la verita de todos y cada uno de nosotros.



No tenía intención de continuar con el blog, sin su protagonista, poco sentido tenía ya, pero por qué no. Quién sabe dónde irá una entrada como ésta: será trasladada por cables submarinos a todos los confines del planeta y guardada a buen recaudo  bajo tierra o en un gigante edificio gris en cualquier parte del mundo; prefiero pensar que permanecerá en aquella nube informática que sirve para recuperar archivos que creías perdidos, ... allí estará más cerquita de ella.

Pero eso, pues, ¡¡¡por qué no!!! El objetivo del blog era que pasados muchos, muchos, muchos años, la generación de turno sepa lo que fue la yayita y estén orgullosos de tener uno que otro gen de Loreto, aunque no la hayan conocido y os garantizo que la labor está muy inconclusa aún.

La familia ha crecido en estos cuatro años y tenemos dos "rodriguitas" de raza que quitan el hipo a cualquiera. Una morena y una rubia como las de la zarzuela.






















Y la bomba!... nuestro Faloskito se ha casado y me muero de ganas de que llegue el momento de presumir de nieto, yo también.



Por todos ellos, retomo el blog. Todavía me quedan muchas cosas que contar de la yayita Loreto. Y de paso, hago un llamamiento a todos -administradores como yo de este blog, con todos los derechos a publicar, como yo- a poner su granito de arena y contarnos cosas de la yayita; sería mucho más feraz y dinámico.


lunes, 1 de febrero de 2016

Últimas novedades


Con retraso, voy con mucho retraso,... lo sé; pero a que nadie lo ha echado de menos.

Tengo muchas cositas que traeros a la palestra. Primero un vídeo de nuestra Sara Bernard particular. Aquí hay talento, señores.




Ha sido el cumple de la yayita, ya lo sabéis.




¡Y de Gerardito! Además, ... nos invitó a todos.




La yayita, en la fiesta de Navidad de su cole.


Nochebuena en Villanueva de Bogás.



Recién salidita del horno:
becas 830x591 300 euros menos de beca de media

miércoles, 27 de enero de 2016

Colegio Legado Crespo

Colegio Legado Crespo
(fotografía propiedad de la página web:
El cajón del maestro" y será retirada a su solicitud).
Hoy, en una de mis visitas guiadas de "Conocer Madrid" el recorrido nos ha situado en la calle Santa Isabel casi esquina con Doctor Fourquet, donde se encuentra el Real Colegio de Santa Isabel-La Asunción. Al llegar a casa, pregunto a mi madre (convencida de que la respuesta sería sí o no, y elegida de manera arbitraria por su cabeza) si ella recuerda haber estudiado en aquel real colegio. "Noooo", me contesta muy segura de lo que está diciendo; "mi colegio se llamaba Legado Crespo, pero todo el mundo le conocía por La Llorosa".

La miramos con cara de asombro y a Internet -que lo sabe todo-.

Existe el Colegio Legado Crespo y se encuentra en el Paseo de las Acacias n.º 2. Fue  construido inicialmente en 1902 y remodelado en 1932. Al parecer, una placa situada en el centro deja constancia de que Doña Eleuteria Crespo y Rancaño mandó construir este colegio en memoria de su esposo D. Alejandro de la Plaza.

Llamado en sus inicios "La LLorosa" -y de hecho figura así en documentos oficiales-, en la república deciden cambiarle el nombre por el de Félix Bárzana. Le duró poco la nueva denominación pues Bárzana era miembro de la Federación de la Enseñanza, sindicato de UGT y primer profesor de enseñanza que cayó en batalla, durante la guerra civil. Como no podía ser de otra manera, acabada la contienda, "La Llorosa" les debió parecer poco adecuado y el bueno de Don Félix Bárcena, de cuyas virtudes en su magisterio no creo que se dudase, tampoco podía aparecer como titular, por lo que se decidió el de "Legado Crespo".

Al parecer, en el barrio, sigue siendo conocido por la "Llorosa" y aquí aparece el clásico gracejo de los madrileños. En aquellos tiempos, toda la zona estaba ocupada por distintos gremios (cuchilleros, curtidores, bareadores de lana de los colchones;...), con el tiempo fue habitual que tanto barberos como sacamuelas prestaran sus servicios en plena calle, y colocaban sus sillones orientados hacia el Este, en la acera del colegio, por lo que el sol hasta mediodía cegaba a los clientes, que lloraban incontrolablemente. Suficiente.

Buceando, buceando por la red, he dado hasta con una poesía en inglés, de un tal Glennard; un nostálgico relacionado de alguna manera con la institución.

Legado Crespo
The school, Legado Crespo,
constructed in 1902 and later refurbished,
was left for posterity by the Crespos –
by Eleuteria Crespo y Rancaño, to be exact,
(widow of Alejandro de la Plaza),
Our laureled benefactress.
Later it had another name –
Félix Bárzana, who fell in the civil war,
the first Republican schoolmaster
to do so, in fact –
before Franco changed it back.
Our lionised leader.
It has also been called La Llorosa,
but not to honour the inconsolable Eleuteria who,
doubtless uncontrollable in her grief and woe,
surely shed copious tears,
for the much missed Alejandro.
Her lifelong beau.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Visita cultural

Como complemento a su formación cultural, las señoritas fueron llevadas al Museo de Artes y Tradiciones Populares situado en La Corrala. ¡Sin duda disfrutaron de su jornada de asueto!


sábado, 12 de septiembre de 2015

Tiempo de recuerdos

La yayita se nos ha puesto nostálgica con su programa preferido; ¡Qué tiempo tan feliz! de María Teresa Campos. Hoy se despide Rafael Basurto, el último componente del Trío los Panchos y está siendo un programa dedicado al bolero.

A retazos, nos va contando los escenarios que le evocan todas esas románticas canciones:  Fontoria, una sala de fiestas de Madrid, donde ha debido de pasar muy buenos momentos; también recuerda unos bocadillos de calamares de rechupete que se comían en un bar cercano, antes de entrar en la sala (se enfada cuando le digo que no termino de ver el glamour de la sala de fiestas con el grasiento bocata de antes y defiende con energía el castizo tententié).

Pero cuando llega la interpretación del bolero de Machín, "Un compromiso", se nos derrite y con una sonrisa espectacular no pestañea hasta el final. (Daría cualquier cosa por entrar y disfrutar con los pensamientos y recuerdos que le vienen a la cabeza. No cabe duda de que la letra tiene que ver con su vida).




viernes, 11 de septiembre de 2015

¡Enhorabuena, GRADUADO!

Como no podía ser de otra manera, elegido como portavoz de todos sus compañeros de máster, nuestro "Emilio Castelar" particular dio un magistral discurso ayer, durante la celebración de su graduación (os juro que no es pasión de madre).




jueves, 27 de agosto de 2015

Orgullo de madre

Me vais a permitir esta ostentación de orgullo maternal, pero el nieto primogénito lo merece.

Vídeo de proyecto fin de máster, con la interpretación estelar de nuestra yayita.




viernes, 24 de abril de 2015

¡Ahora Becquer! ¿Qué mas nos quedará por ver?





La yayita no dejará jamás de sorprendernos. Hoy, se nos ha arrancado por Becquer, aunque no sé lo que el autor pensaría de poder escuchar su versión de Lavapiés.

jueves, 23 de abril de 2015

¡Ese oráculo del siglo XXI llamado Internet!

No, no he perdido el oremus. Todo tiene un por qué y la imagen gráfica que acompaña mi entrada en este blog no es casual.

No somos conscientes de ello, pero internet ha devenido en ser el oráculo de nuestro siglo. 

Porque internet, todo lo sabe. 

¿A quién, si no, consultamos todas nuestras dudas, todos nuestros temores, nuestras inseguridades,…? Y lo que es peor confiamos en su infalibilidad con la misma fe que los helenos acudían a Delfos y subían al monte Parnaso a inquirir a Apolo sobre su porvenir y suerte en los más variopintos asuntos terrenales.

A Internet, aquel que todo lo sabe.

 Ahora bien, nuestro oráculo tiene ventajas sobre aquél. No hace falta esperar al día 7 de cada mes para conocer sus agüeros; el nuestro está al servicio, como las funerarias, 365 días al año, 24 horas al día. Tampoco es necesario desplazarnos al “ombligo del mundo”; con comprar una bola de cristal y  buscar una buena oferta del suministrador de turno, ¡y, voila, que Apolo proteja tu navegación!

Porque internet todo lo sabe y de todo se entera. Nada escapa a sus tentáculos indagatorios.

Sin ir más lejos, quien no se ha dedicado en algún rato ocioso a preguntar al oráculo, qué había sido de aquel amigo del colegio que siempre te quitaba el bocadillo o aquel primer novio que trabajaba en un bar y que dejaste porque tenía las manos coloradas de tanto servir cañas. Y allí, está el oráculo, para despejar tus dudas.  El único requisito que te pide es que no se llame María García o John Smith.
Y sí, lo confieso. Yo lo he experimentado. Y muchas veces. Ayer, sin ir más lejos.

He agotado ya los nombres de personas, que por un motivo u otro, dejaron alguna huella en mi vida y, por supuesto, que no se llaman María García ni John Smith. De pronto, ¡bingo! ¡Esta no podía fallar!

Mi vecina Nieves. Vivíamos en casas contiguas en un edificio de la Colonia Polanco en México. Éramos niñas y durante muchos años, por la tarde, después de hacer los deberes, la una buscaba a la otra para merendar juntas y reírnos,…  porque nos reíamos mucho.
Nieves vivía con sus padres y un hermano más pequeño que ella. Víctor Carlos se llamaba. Yo prefería, con mucho, merendar en su casa que en la mía. Pero mi abuela protestaba y decía “se ha terminado el merendar en casa de los catalanes, merendáis aquí”. Porque no lo he dicho, pero eran catalanes. Y la madre de la familia catalana –la Señora Mercedes- preparaba de merienda un “pan tumaca” que quitaba el sentido. Aunque mi abuela discrepaba; para ella, eso no tenía alimento ninguno.

Es curioso, pero no recuerdo la cara de Nieves y, sin embargo, sí la de su madre, como si fuera ayer cuando la viera por última vez; se nota que el pan tumaca me marcó. Una mujer estupenda. Nuestros respectivos padres  nunca congeniaron, a pesar de la mutua condición de emigrantes. Entonces no lo entendía, hoy, sí. Eran republicanos y exilados en México. “Los demonios de Tasmania disfrazados de catalanes”.

Con la madre de Nieves –la persona más relimpia que he conocido en mi vida-, cuando sus quehaceres de ama de casa se lo permitían, hacíamos representaciones teatrales, nos enseñaba poesía y a cantar “Estaba el señor don gato, sentadito en su tejado, miarriau miau miau, miau, sentadito en su tejado…”, hasta  en catalán: “Oh, Susanna! No ploris més per mi. D'Alabama jo vinc ara amb un banjo i un violí”,  nos disfrazaba y… encima,… preparaba un pan tumaca que te mueres.  ¡Ah, perdón, eso ya lo he dicho!

Bueno, pues eso,…  decía, que ayer, en Facebook -nuestra Pitia del XXI-, aquella pitonisa que facilita el que ciertas de nuestra peticiones lleguen por el camino más recto a las divinidades, introduje el nombre. Aquel que no me podía fallar: 
NIEVES ZARRALUQUI SUCH. 
Nada, cuatro o cinco resultados con cierto parecido, pero nada de Nieves. Con cierto orgullo, pensé, bueno,… no toda la gente de mi edad es tan avezada en esto de los oráculos.

No conforme con ello y costándome dejarlo por imposible. Acudí a Apolo directamente y volví a escribir el nombre: NIEVES ZARRALUQUI SUCH. Algo me tendría que decir de ella, seguro. Una multa no pagada en Acapulco; o quizás sea una decoradora famosa; o tal vez se haya casado con un jeque árabe,…  qué sé yo. Mis mientes no alcanzaban a imaginar lo que Apolo me iba a desvelar:

ENTIERRO
DEFUNCIÓN DE
MARIA DE LAS NIEVES ZARRALUQUI SUCH
Falleció en Barcelona a los 60 años de edad
— D.E.P. —
Pompas Fúnebres de Badalona, S. A
Barcelona, 28/03/2014

¿Qué os creéis que podéis iros de este mundo sin que Apolo se entere? No, no. Internet/Apolo toooodo lo sabe.

Y ahora,… os dejo, que tengo que consultar el oráculo para que me informe si una muerta me puede denunciar por violar la Ley de protección de datos de carácter personal.


PD. ¿Veis en la foto aquella cabecita que asoma entre mi padre y mi tía el día que salían hacia la iglesia, porque mi tía se casaba? Esa era la “Señora Mercedes”, la madre de Nieves, la del pan tumaca que te mueres. No estaba invitada a la boda, pero no podía perderse la salida de la novia.

viernes, 27 de febrero de 2015

¿Te aburres?

Según Otto Fenichel (discípulo de Freud), el aburrimiento no existe, simplemente es una sensación que aparece cuando:

no debemos hacer lo que queremos hacer
o
debemos hacer lo que no queremos hacer

Con esta frase me he desayunado esta mañana. Me ha hecho pensar y estoy de acuerdo con ella.

Al hilo, me ha venido a la mente de nuevo  la abue. Ella siempre me decía que el aburrirse, teniendo un libro, era de tontos. Lo curioso es que jamás la vi leyendo... Eso se llama ciencia infusa.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Abue, ¡te queremos!

Hoy, la yayita ha contado una cosa que nos ha hecho mucha gracia: su madre, tras la guerra, acude a la tahona, con su cartilla de racionamiento, a que le den los cachos de pan que le correspondían y con cara compungida, le dice a la dependienta, "por favor, que tengo muchos hijos, ¿no podrías darme un mendrugo más?", a lo que la buena mujer le contesta "¿y lo bien que se lo ha pasado?"

He caído en la cuenta de que una mujer que ha significado tanto para todos  nosotros, debería tener un sitio preferencial en este blog. Hace 45 años que murió, pero sigue alerta cuidándonos a todos allí donde quiera que esté.

La foto, no tiene desperdicio y me sirve para recordar a otra persona que nos ha dejado también y que, sin duda, es la mejor y más buena de todas cuantas he conocido.

Un besote Abue.

Y  otro para ti, tío José Luis.

¡Os queremos!



viernes, 13 de febrero de 2015

¡Que viva el 31!



El doctor Fourquet -Juan Fourquet-, nació en Madrid, en 1807 y murió en 1865 y fue considerado una gran eminencia en la medicina española de su tiempo. Era muy querido entre sus alumnos futuros médicos y se cuenta que su madre, a la que adoraba, murió de cólera y fue enterrada junto con un informe montón de víctimas y nunca pudo rezar sobre su tumba; ello le produjo un inmenso respeto por la muerte. Cuando le llevaban un cadáver para diseccionar o para llevar a cabo una autopsia, con el sombrero en la mano -a modo de respeto-, rezaba un padrenuestro antes; incluso, dejó escrito que cuando muriese, debían enterrarle en una fosa común.

¿Por qué os cuento esto? Pues, porque en el número 31 de la calle Doctor Fourquet nació vuestra abuela Angelines (para mí, desde que me enteré de que se llamaba Loreto María de los Ángeles, es la yayita Loreto); aquí nació vuestro tío abuelo, Pepito; y vuestra tía abuela, Carmún; aquí nacieron mis primos, José y Susi; y aún hay más, en esta calle, en el número 27 (desconozco si cambió la numeración de la calle o se trata de dos edificios distintos), el 12 de marzo de 1900 nace el padre de la yayita (es decir, mi abuelo), Tomás Hurtado y Benito. ¡Creo que es algo! Con este historial la calle debería haber pasado a llamarse "De los Hurtado", pero ... ya, se sabe, los políticos municipales son lentos de reflejos y hoy en día están más pendientes de seguir "mangandooo".

Aquí os va un poco de historia de la calle.

Se abrió en 1869, en los terrenos llamados del Salitre (de Santa Isabel a la calle Valencia), en el barrio de Lavapiés. En aquel año, ya existía una pequeña calle llamada de la Yedra, que fue incorporada a Doctor Fourquet en su apertura.

Os contaré una anécdota, cuando Pablo y Loreto (vuestros abuelos) se conocen, allá por el año 1949, Pablo le pide a Loreto su dirección para ir a recogerla a la hora y día acordados, ella le contesta: "Doctor Flourquet 31". Calle arriba, calle abajo; allí no había el tal número 31. Decepcionado y convencido de que le había engañado, decide marcharse. Al llegar a la calle Santa Isabel decide volver y recorrer Doctor Flourquet nuevamente. Nada, no hay número 31. Alguien cruza la calle y Pablo le pregunta: " ¿por favor, el número 31 de esta calle?". Sí, le contesta la mujer, al llegar a la calle Argumosa, la calle continúa haciendo un giro extraño. ¡Dio con el 31 y dio con el amor de su vida!

Una pequeña calle que es añadida a otra, convirtiéndose en su prolongación, formando casi un codo entre ambas. ¿Os dais cuenta de los avatares de la vida? ¿Cómo la "revuelta" de una calle podría haber provocado que la mitad de los que componemos la familia no existiríamos? Los Rodríguez Hurtado, fijo; pero los Bobadilla Hurtado, tampoco, pues no habría habido viaje a México de ninguna de las hermanas.

Bueno, sigo. La calle Doctor Fourquet, además de ser la responsable de vuestra existencia, tiene muchas más historias:

En ella, antes de su apertura había una fábrica de cerámica (1845) que compitió con las más afamadas de toda Europa, de tan finos como eran sus acabados. En 1884, en esta calle residían tres curanderos que sanaban con métodos espiritistas y que eran muy queridos en el barrio, pues todo el mundo podía referir alguna curación "milagrosa" de la que habían sido testigos. Denunciados los curanderos por varios médicos, el Gobernador mandó apresarlos, pero el barrio entero se amotinó entorno a ellos, consiguiendo que no los encarcelaran.








Nuestra calle, ¡porque es nuestra!, ha albergado sedes de prestigiosas editoriales, según recortes de prensa de 1885 y 1924.








En tiempos de la yayita, en los bajos del 31 de Doctor Fourquet se encontraban los almacenes de las "Aguas de Carabaña", terror infantil que las madres aplicaban cuando había ciertos problemas intestinales en las tripillas de los niños. Pero para los hermanitos Hurtado fue un blanco de numerosas travesuras,... su particular forma de vengarse.


Hoy, Doctor Fourquet ostenta ser la calle con más galerías de arte por metro cuadrado de España y el número 31 (sí, el famoso número 31) es la sede de una iniciativa cultural de primer orden, con teatro, Sala Mirador, Escuela de Interpretación y Centro de Nuevos Creadores.

¡QUE VIVA EL 31!


Imagen propiedad de fcnc, extraída de su página web, se retirará a petición de la propiedad.

sábado, 10 de enero de 2015

Tótum Revolútum

Así ha sido el último trimestre de los Rodríguez de Segovia (¿por qué no?) Hurtado: todo revuelto, cual si hubiera pasado un huracán; pero a pesar de todo, dando gracias a Dios, pues al parecer sólo son avisos para que nos tomemos la vida de otra manera.

El 3 de noviembre, sin darnos la oportunidad de asimilarlo, se nos marcha Luzía con z, la princesa de la familia. Se sospecha que está harta de tener al Pequeño Nicolás hasta en la sopa y al parecer la van a nombrar hija adoptiva de la Fuerzas Armadas Francesas.



El 25 de noviembre, en una operación quirúrgica sin importancia, a una servidora, le detectan algo insólito: millones de neuronas intentando huir despavoridas, tras haber horadado un butrón en la base craneal y tener acceso a la salida más cercana; se rumorea que estaban desesperadas por el poco uso que se les da.



El 10 de diciembre cumple años las yayita: noventa, aunque ella asegura que tiene cincuenta y tantos. Ya sabéis: tantos = 40.


Y, lo mejor de todo, el 5.1.15 (lo pongo en número para que os deis cuenta de lo bonita que resulta la fecha), al Benjamín de mi generación, se le rompe el corazón de tanto usarlo y al día siguiente, en un calcetín, encuentra un documento certificando una larga ampliación a su contrato laboral en la tierra, firmado por DIOS.


Por eso familia, tenemos mucho de qué dar gracias y mucho que celebrar.

FELIZ 2015


jueves, 6 de noviembre de 2014

¡Feliz día de la Almudena!

La yayita, como madrileña de pro, quiere homenajear a su patrona, Nuestra Señora de La Almudena, así de catizamente:

lunes, 27 de octubre de 2014

Abandonado de mis padres, la caridad me recoge

Vaya usted a saber lo que a la yayita se le pasaría por las mientes para soltar esta sobrecogedora frase.

Indagando, indagando he sabido que entre las muchas localizaciones que la inclusa madrileña ha tenido se encontraba la de la calle Embajadores, muy cerquita del domicilio familiar. Quizá la frase "Abandonado de mis padres, la caridad me recoge" figuraba en la puerta de la institución y lo vería una y otra vez sin saber -o sí- la tragedia que encerraba.

Al parecer, el vocablo inclusa procedía del holandés "Enkuissen". Junto con el nombre, unos soldados de Felipe II trajeron una Virgen de Flandes que presidía el edificio cuando lo inauguraron allá por el año 1580. Fundada por las cofradías de varias parroquias de Madrid, a ella trasladaban a criaturitas abandonadas por sus padres para que no musiesen de frío y hambre. Durante cinco siglos, un torno incrustado en la puerta de entrada, permitía que la madre, padre o alma caritativa colocara al bebé, para no volverlo a ver, en la mayoría de los casos, sin mediar palabra ni dar explicaciones a nadie.

Espero y deseo que dentro de muchos años los que leáis estas líneas no sepáis de lo que se está hablando, querrá decir que el ser humano ha ido mejorando. Hoy, las inclusas se llaman casa cuna, eufemismo que disfraza la misma cruda realidad. De hecho, no sé porque siguen existiendo, pues las leyes de la mayor parte de los países "avanzados" han proporcionado un "torno" a cada mujer para su uso en caso de necesidad; lo llaman "derecho a decidir".

En vuestra próxima visita al Rastro de Madrid, acercaros a la Plaza de Cascorro y observar la estatua de Eloy Gonzalo García, héroe de la guerra de Cuba, que la preside. Eloy fue un "expósito" -apellido que daban a los niños de la inclusa, cuando no se sabía el que tenían por nacimiento- y fue abandonado en el torno junto con un papel que rezaba: "Este niño nació el primero de diciembre (1868) a la seis de la mañana, el que está sin bautizar y rogamos se le ponga por nombre Eloy Gonzalo García, hijo legítimo de Pepa, soltera, natural de Peñafiel, provincia de Valladolid." (Por la cantidad de datos que la madre aporta, creo que hubiera dado cualquier cosa porque su hijo la hubiese buscado y Eloy habría tenido más satisfacción que la que le proporcionó su heroicidad en Cuba, pero eso es otra historia).

La yayita - Quizá, año 1928



sábado, 18 de octubre de 2014

¡Aquí está Roma que todo lo toma!

La yayita, como Roma (que en los inicios de nuestra era, ya era dueña de casi toda tierra conocida), no le hace ascos a nada. Como te vea algo que le gusta, despídete de ello, pues lo "tomará", aunque con más diplomacia que lo hacía Roma.
Año 1951, la yayita recién llegada a México

lunes, 6 de octubre de 2014

El trío de la Benzina

¿Sabéis de dónde viene lo del "trío de la benzina"?

Pues se trata de los protagonistas de una comedia alemana de los años 30. Tres amigos, que venden todo lo que tienen para comprar una gasolinera (benzina = gasolina en italiano). El proyecto en común marchaba sobre ruedas, hasta que se enamoraron los tres de la misma chica y comenzaron los problemas.

Aquí tenéis nuestro trío de la benzina más querido.

El trío de la benzina

martes, 30 de septiembre de 2014

¡Eres grande gordita!

La yayita está contenta, dice que "nuestros niños van consiguiendo todo lo que se proponen". Y tiene razón, ¡Enhorabuena! Que esta nueva andadura colme tus expectativas; pero, por favor, acuérdate de que seguimos aquí todos los que te queremos (si hay que aprende francés,... pues se aprende).