martes, 29 de octubre de 2013
martes, 22 de octubre de 2013
viernes, 18 de octubre de 2013
jueves, 17 de octubre de 2013
Aída, la niña libertaria
(versión original)
Deciseis años tinía
guapos años guayasperos
que xueguen y salten
semellando xilgueros.
Yeres una neña Aída
que na rexón asturiana
xugabes dando a la comba
ú tos amigues saltaben.
Llegó la güelga d’Ochobre
fuste revolucionaria
tu ya non coyiste comba
que coyiste la metralla.
Colos pergafos mineros
qué bien tu la remanabes
Salíes colos primeros
bricando per barricaes.
Y cuando más se encendín
los glayios n’amarraza
dieste col llombu na terra
furó to pierna una bala.
Los mozos, los comunistes
quixeron dir a salval
¡Valoratible so vida!
¡so vida de llibertaria!
Nun hubo quien lo algamara
rabiones de metralleta
sos cuerpos afuracaron
a la vera la rapaza.
Ya lleguen los asesinos
“¿Tú cómo te llames, guaja?”
Tú dixisti puñu en riba
“¡Comunista llibertaria!”
Nun acabasti decilo,
la to voz nun vocinglaba
del menudín del to cuerpu
fixo un cribu tanta bala.
Y esi vestidín tan guapo
coles manches roxes
guardaranlu con gran ciñu
to ma y la bona la to hermana.
Serás de los asturianos
l’exemplu de la so casta
y has ser de los mineros
so bandera proletaria.
Pola sangre que vertiesti
xorrecerán más rosales
nesta rexón asturiana
con roses bien corollaes.
Y nel 14 d’Abril (y a primeros de Ochobre)
glayarán per toa España
les mocedaes marxistes
coses de la llibertaria.
miércoles, 16 de octubre de 2013
lunes, 14 de octubre de 2013
domingo, 13 de octubre de 2013
viernes, 11 de octubre de 2013
jueves, 10 de octubre de 2013
¡Sus telemensajes encriptados en busca de ayuda!
Como sólo ella sabe hacerlo...
miércoles, 9 de octubre de 2013
El blog de la yayita

Como al parecer vuestra familia es lenta de reflejos, a vuestra bien entrada edad adulta habéis descubierto las genialidades de vuestra progenitora y he ahí vuestra primera misión; no sólo podéis verter en mis páginas virtuales todo lo que ella os pueda inspirar, sino que debéis dejar nota de aquellos dichos, aquellas salidas, que de seguro os habrán, cuando menos, sorprendido, en algún momento de vuestras vidas.
Para empezar a caldear el ambiente os haré un rápido recorrido por su intensa y avanzada vida, para la época en que le tocó vivir su juventud. Os sorprenderá más de un detalle, sobre todo a vosotros, su tercera generación.

Ella volvía a casa a seguir conviviendo con una madre que no aprobaba sus relaciones y dos hermanos adolescentes, demasiado jóvenes para comprenderla. Él, en aquel avión, volaba dejando atrás no sólo a la mujer que le había robado el corazón, sino un hogar que había sido su infierno particular durante varios años, con su esposa ante Dios y ante la ley y dos hijos, fruto de esa relación.

¡La guerra había terminado; por fin regresaba a casa; la familia volvería a estar unida! Recuerda con amargura la llegada de Carmún, su hermana pequeña de siete años, que ha debido olvidar a su familia: “señora, ¿puedo sentarme?”, preguntaba, clavando sus ojitos en Matilde –la madre, que tornaba las lágrimas de tristeza de los últimos tiempos por las de felicidad del reencuentro con sus queridos hijos-.
Las desdichas no habían terminado para los Hurtado; el padre, un sindicalista de poca monta y tendencias progresistas –y cuando hablo de sindicalista me refiero a la simple afiliación-, es encarcelado por tan grave delito. A su mente acude la vívida escena de su madre, cambiando la pieza de pan que le correspondía en la cartilla de racionamiento por tabaco para su marido encarcelado, sin terminar de comprender, hoy en día, esta generosidad sin límite de su madre.

Aún en su preadolescencia y cuando sabían leer, escribir y las cuatro reglas y se aseguraban de que estaban bien imbuidos del nacional-catolicismo, … a trabajar: Angelines en Osram, en la cadena de control de calidad de una fábrica de bombillas –el sueldo no era mucho, pero venía muy bien en casa y, además, era una empresa seria, alemana-; Carmún, de aprendiza con una modista –el sueldo era aún menor, pero ya se sabe, un grano no hace granero pero ayuda al compañero- y, por último, Pepe –hay Pepe, la niña de los ojos de Matilde-, con orgullo materno, contaba a todo aquel que quisiera escucharla que su Pepe había entrado a trabajar en Barreiros, empresa seria donde las haya, “seguro que Pepito hará carrera allí”, le contestaban las vecinas –y Pepito se jubiló en Barreiros-.

En Pasapoga estaba, cuando oyó la voz del conductor del autobús: “Ahueca niña, que hemos llegado hace mucho ¿o quieres venir conmigo a Cocheras para que te enseñe el motor?” Azorada bajó corriendo, había llegado a la Puerta del Sol.
Desconozco si Angelines cayó en sus redes antes o después de conocer el hándicap que Pablo acarreaba consigo; pero fue algo sin remedio.
Pablo cumplió con todas y cada una de sus promesas. Durante un año cartas iban y venían de México a Madrid –siempre a escondidas-; incluido un disco de vinilo a 33 rpm, en el que le hacía una declaración de su amor en toda regla. Finalmente llegó la misiva más esperada, la que contenía un billete de avión Madrid-México, sin retorno. El miedo comenzó a atenazar todos sus sentidos, pero no podía echarse atrás; lo quería y lucharía por su felicidad.
Llegó el día y espetó a su madre a bocajarro que se marchaba a México. Dudo mucho de que en aquel momento, Matilde supiera dónde se iba su hija mayor, pero sí calibraba el dolor que ello le producía.
No he podido indagar con que compañía pudo volar, ya que en el año 51 Iberia todavía no había inaugurado sus viajes a América, ni Aeroméxico tampoco y ya es un poco tarde para que la yayita nos lo pueda explicar. Pero tuvo que ser un vuelo con varias escalas y cambios de aviones –siempre de turbohélice, pues los aviones a reacción comenzaron a comercializarse al año siguiente-. Con esto quiero que os concienciéis de la aventura en la que vuestra madre/abuela se embarcaba: allí estaba ella, dejando atrás madre, hermanos, trabajo, amigas, por seguir a un hombre casado, con dos hijos, casi once años mayor que ella, a tierras extrañas, pero del que se había enamorado locamente.


¿Recordáis a Matilde? Aquella madre abnegada que quedara en Madrid llorando desconsoladamente la pérdida de su hija, acudió al SOS de Angelines, que la necesitaba como nunca, pues no daba abasto: la hija, la casa, la tienda, todo requería de dedicación y ella no daba más de sí. Su madre no lo pensaría dos veces; su Pepito se había casado y vivía felizmente con su mujer y un hijo, en la casa de Dr. Fourquet que en su día fuera el hogar familiar; su lugar estaba al lado de sus hijas, por muy lejos que estuvieran –porque Carmún, la pequeña había decidido seguir a su hermana y también residía allí-.

La vida, que no se queda con nada que no es suyo, devolvió la jugada a Pablo y Angelines, cuando tú, Nines, decidiste venirte a España. Fuiste la puesta en marcha que motivó su regreso a su añorada patria. Una jubilación anticipada, cierre del negocio después de veinte años, la maleta con lo imprescindible y a España de nuevo. Atrás dejaba una madre enterrada, que supo dar todo por los suyos y una hermana, Carmún, que vivía felizmente casada con un mexicano y seis hijos. Durante este año de preparativos fue necesario que Pablo suscribiera un contrato económico con su ex mujer, por el que ella se comprometía a no denunciarle a cambio de una sustanciosa suma de dinero; no olvidemos que hasta 1981 no se aprobaría la ley del divorcio y Pablo podría acabar con sus huesos en la cárcel acusado de adulterio.


El resto de la historia ya pertenece a vuestras vidas que pasaron a ser la suya. Los años transcurrían esperando la llegada de su hijo que tan lejos se había marchado.

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