Indagando, indagando he sabido que entre las muchas localizaciones que la inclusa madrileña ha tenido se encontraba la de la calle Embajadores, muy cerquita del domicilio familiar. Quizá la frase "Abandonado de mis padres, la caridad me recoge" figuraba en la puerta de la institución y lo vería una y otra vez sin saber -o sí- la tragedia que encerraba.
Al parecer, el vocablo inclusa procedía del holandés "Enkuissen". Junto con el nombre, unos soldados de Felipe II trajeron una Virgen de Flandes que presidía el edificio cuando lo inauguraron allá por el año 1580. Fundada por las cofradías de varias parroquias de Madrid, a ella trasladaban a criaturitas abandonadas por sus padres para que no musiesen de frío y hambre. Durante cinco siglos, un torno incrustado en la puerta de entrada, permitía que la madre, padre o alma caritativa colocara al bebé, para no volverlo a ver, en la mayoría de los casos, sin mediar palabra ni dar explicaciones a nadie.
Espero y deseo que dentro de muchos años los que leáis estas líneas no sepáis de lo que se está hablando, querrá decir que el ser humano ha ido mejorando. Hoy, las inclusas se llaman casa cuna, eufemismo que disfraza la misma cruda realidad. De hecho, no sé porque siguen existiendo, pues las leyes de la mayor parte de los países "avanzados" han proporcionado un "torno" a cada mujer para su uso en caso de necesidad; lo llaman "derecho a decidir".
En vuestra próxima visita al Rastro de Madrid, acercaros a la Plaza de Cascorro y observar la estatua de Eloy Gonzalo García, héroe de la guerra de Cuba, que la preside. Eloy fue un "expósito" -apellido que daban a los niños de la inclusa, cuando no se sabía el que tenían por nacimiento- y fue abandonado en el torno junto con un papel que rezaba: "Este niño nació el primero de diciembre (1868) a la seis de la mañana, el que está sin bautizar y rogamos se le ponga por nombre Eloy Gonzalo García, hijo legítimo de Pepa, soltera, natural de Peñafiel, provincia de Valladolid." (Por la cantidad de datos que la madre aporta, creo que hubiera dado cualquier cosa porque su hijo la hubiese buscado y Eloy habría tenido más satisfacción que la que le proporcionó su heroicidad en Cuba, pero eso es otra historia).
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La yayita - Quizá, año 1928 |